fue la cristalización, en las formas cristianas, de la ética estoica extensamente difundida, por la que el pensamiento de los hombres había sido gobernado durante todo el curso de la historia de la Iglesia precedente4. Pelagio, un sistematizador de primera clase, erigió un sistema por completo autosotérico sobre el concepto central de la capacidad plenaria de la voluntad humana, sustentando y pregonando con plena confianza que dicha voluntad —cuya obligación no se limitaba débil y negativamente
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